Te soñé y aun siento el roce de tus labios
y la fogosidad que me llevó a entrelazarse con tu cuerpo.
Cuando en una confusión insaciable y bestial
me deslice entre los lienzos.
Abandonando mí aliento sujeto de la tuya.
Trazaste colores con rasgos encendiendo en efusión
paladeaste el roció que provocó mi cuerpo empapado de transpiración
emprendía a caer una tempestad de erupción
que se transformaba al compás de los dos.
Yo vagaba por los escondrijos de tu libido
pero al final fueron mis besos los que alcanzaron
el pilar que agitaba mi destino.
La pasión que vinculaban a nuestros lasos
extendiendo el mayor de los deseos,
moriré desdeñado entre el embrollo
que creaban nuestros deseos.
Fue un deleite sentirte mía,
que encantador fue el aroma inexplicable de tu savia
asimilaste la alcoba que exhortaba a tus pechos.
Pechos ardientes esparcidos de delicia.
Y mi cuerpo y tu cuerpo no quedan complacidos
porque, aunque un torbellino ya marcho,
y abrigo tu cuerpo en mis besos.
J. Creen